Puedo contar con los dedos, las veces que te vi desde que ya no llevábamos ese curso dónde te conocí; las puedo enumerar porque me importabas mucho. Verte por lo menos era un consuelo. Una carta anónima; fue el único acto de valentía que hice para que supieras que alguien por ahí, sentía muchas emociones por ti. Nunca me atreví a más, mas de ese ritual humano de perderme en el amor; hacértelo saber o insinuartelo por lo menos. En el caso hipotético de que me correspondieras de igual proporción en esa apuesta, ya había imaginado el costo - beneficio. Era ridículo, tú perdias y yo ganaba, no era justo, el amor nunca es justo. Admiraba tu responsabilidad, tu optimismo, tus ganas de hacer bien las cosas. Eras lo contrario a mí, sin voluntad, sin arraigó a la realidad, estaba sumido en una despreciable mediocridad. Te sentaste junto a mi aquel día, supongo que tenías una exposición en otro curso. Traías saco y pantalón, <las mangas> murmurabas, necesitan arreglo de una costurera; sonr...
Comentarios
Publicar un comentario